Alzas de precios de los alimentos: desafíos y oportunidades

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El fenómeno actual del alza de los precios de los alimentos ha servido para evidenciar y renovar la importancia y vigencia de la seguridad alimentaria en nuestro país.

El aumento de los costos de transporte, la escasez de mano de obra, los factores climáticos y el incremento de los precios de los fertilizantes son algunos de los factores que han generado una inflación alimentaria a niveles históricos en todo el mundo.

Como si fuera poco, la guerra entre Rusia y Ucrania tendrá un efecto amplio en los precios mundiales de los alimentos debido a una interrupción en la cadena de suministro de granos y energía en Europa, dado que Rusia proporciona el 20% del trigo del mundo, lo que lo convierte en el mayor exportador de trigo del planeta, mientras que Ucrania es el quinto más grande.

El monitoreo de precios de alimentos que realiza la FAO a nivel mundial, focalizado en 96 productos organizados en 5 grupos (carnes, lácteos, cereales, oleos vegetales y azúcar), muestra que en febrero de 2022 los precios se incrementaron en un 3,9 % respecto a enero, es decir, un 20,7 % por encima de su nivel de hace un año. Esto representa un nuevo máximo histórico que supera los precios registrados en 2011.

Los responsables del aumento en el mes de febrero son los aceites vegetales y los productos lácteos. Aunque aún no conocemos las cifras nacionales de este trimestre, es lógico suponer que la tendencia al alza se mantendrá.

Sumado a esto, la crisis energética ha hecho subir los precios de los fertilizantes, lo que mantiene la presión hacia altos costos de producción de alimentos. Los precios de referencia internacionales de los fertilizantes han ido aumentando a lo largo de todo 2021, y han alcanzado sus máximos históricos.

Según un estudio reciente de la FAO, los elevados y volátiles precios de los fertilizantes han suscitado preocupación por su escasa disponibilidad en 2022/23.

 Un ejemplo de esto son los precios de la urea, un fertilizante nitrogenado de gran importancia que se ha triplicado con creces en los últimos 12 meses. En lo que va del año, ya se han manifestado efectos inmediatos de la actual escasez de fertilizantes y algunos ya han dejado de estar disponibles en el mercado.

Todo este análisis nos confirma que el aumento de los precios de alimentos durante el 2021 fue en el contexto de la pandemia por COVID-19, uno de los motivos principales para que, a nivel global, 118 millones de personas se sumaran a los 650 millones que padecían hambre. En República Dominicana esta cifra superó el millón de personas, según el Panorama de la Seguridad Alimentaria de FAO de 2021.

Bajo este complejo panorama, es fundamental tener clara una estrategia de seguridad alimentaria y nutricional a nivel nacional, que trace una ruta que garantice los alimentos para todas y todos en un contexto de inflación alimentaria. Y lograrlo no será fácil.

Sin embargo, en medio de esta situación, la FAO reconoce el esfuerzo del Ministerio de Agricultura y las medidas anunciadas por el gobierno para asegurar la disponibilidad de alimentos de la canasta básica.

La realidad es que el sector agropecuario y su cadena de suministro han sido el soporte fundamental para el país, en la hora más difícil de todos los tiempos. No cabe duda de que es necesario mantener algunas de esas subvenciones (o reducir aranceles) para garantizar una producción suficiente de alimentos y lograr la seguridad alimentaria de la población más vulnerable, ya que los altos precios de los alimentos y la energía son desfavorables para los consumidores pobres, quienes pueden gastar hasta un 75% de sus ingresos en alimentos. Es en estos escenarios donde programas de protección social oportunos y bien orientados, como Supérate son de vital importancia.

Sin embargo, este escenario es una oportunidad para plantear estrategias a largo plazo que impulsen una transformación de los sistemas alimentarios, promoviendo así la producción sostenible y la compra de alimentos nacionales y paulatinamente ir disminuyendo la dependencia de las importaciones agroalimentarias del país.

Hoy en día existen tecnologías para que los agricultores puedan utilizar los fertilizantes de forma más flexible y con mayor capacidad de respuesta a los cambios de precios.

Al igual que propulsar la producción de fertilizantes ecológicos que contribuyan a mejorar la eficiencia en la utilización de abonos y eviten efectos perjudiciales para el medio ambiente.

Del mismo modo, las iniciativas que promueven la habilitación de mercados públicos, como comedores económicos, compras públicas de productos de la agricultura familiar y producción nacional, son mecanismos de gran importancia para dinamizar el sector agropecuario del país.

Por el momento, esta situación seguirá poniendo a prueba la capacidad de los consumidores, los productores y gobiernos para hacer frente a estos fenómenos. Pero al mismo tiempo, representa una enorme oportunidad para discutir la focalización de sus acciones en recuperar la agricultura dominicana, con el objetivo de producir alimentos de calidad para todas y todos, sin dejar a nadie atrás.

El autor es representante de la FAO en la República Dominicana

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