Haití: cómo sobrevivir a la falta de gasolina, las bandas y ahora al cólera

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La falta de carburante en Haití afecta a todos los sectores: varios centros comerciales, empresas de servicios y hospitales han comunicado el cierre de sus puertas o han adoptado horarios restringidos, aunque prometen recuperar la normalidad cuando se resuelva el problema.

Pese a que hace unas dos semanas el primer ministro haitiano, Ariel Henry, anunció que los combustibles, cuyos precios se duplicaron en menos de un año, estarían disponibles en los surtidores, la realidad muestra todo lo contrario. Y la escasez persiste.

Henry indicó que los precios de los derivados del petróleo iban a subir en Haití, pero que serían inferiores a lo que se paga en el mercado negro, al tiempo que informó de una reducción de las subvenciones.

El anuncio de esa subida intensificó las protestas contra un Gobierno al que los haitianos consideran incapaz de resolver la crisis en la que está inmerso el país desde hace años, agudizada tras el asesinato en 2021 del presidente Jovenel Moise.

Las manifestaciones han sido multitudinarias estos días y han ido acompañadas de incendios, saqueos y el bloqueo sistemático de varias arterias y de regiones del país.

Sin embargo, parece que el carburante prometido existe, pero desde hace semanas la entrada principal de la terminal petrolera está bloqueada por el poderoso jefe de la alianza de bandas armadas G9, el expolicía Jimmy Cherisier, alias Barbecue, que ha tomado como rehén buena parte del área metropolitana de Puerto Príncipe.

Según asegura en Twitter la Terminal de Petróleo de Varreux, a 29 de septiembre el estado de sus existencias era de 5.978.574 galones (816.228 de queroseno y 5.162.346 de gasolina), pero a causa del bloqueo no se puede proceder a la carga de camiones desde el día 12.

FALTA DE AGUA POTABLE PESE AL CÓLERA

Ante esta situación, las autoridades se ven impotentes y va en aumento el mercado negro de combustible, que puede llegar a alcanzar los 5.000 gourdes el galón (40 dólares).

Ello repercute en todos los sectores. Este es el caso de la producción y distribución de agua potable, dado que depende de unos carburantes cada vez más escasos.

Algo en extremo preocupante ante la reaparición del cólera en Haití, enfermedad solo controlada desde 2019 tras la gran epidemia surgida poco después del terremoto de 2010 y cuyo origen estuvo presuntamente en un vertido de residuos fecales a un río por parte de cascos azules desplegados en el país, con el resultado de 520.000 personas infectadas y la muerte de al menos 7.000.

Desde el pasado domingo, la Caribbean Botting Company (CBC) -embotelladora del agua Culligan, muy consumida en Puerto Príncipe y las principales ciudades de provincias- no puede fabricar y distribuir su producto, pues, asegura, «nuestras reservas de gasóleo se han agotado totalmente».

Otro sector que anunció recortes es el bancario, el cual a partir de la víspera solo abre sus sucursales lunes, miércoles y viernes y únicamente podrá atender a los clientes «mientras las bajas reservas de combustible de las instituciones bancarias lo permitan».

La Asociación Profesional de Bancos pide la comprensión de los ciudadanos ante «esta medida excepcional y espera que se encuentre rápidamente una solución a esta dramática situación», que pone a prueba a los haitianos una vez más.

LA REALIDAD VIVIDA

Junior Pierre conduce una mototaxi en Puerto Príncipe y, desde hace ya cuatro meses, se enfrenta a la falta de gasolina y al pago de precios desorbitados en el mercado negro. Él es un ejemplo de cómo los haitianos sobreviven a la escasez de combustible, la violencia de las bandas armadas y ahora también al cólera.

Tuvo que comprar un galón de carburante por 3.500 gourdes (unos 28 dólares por 4,5 litros) al quedarse sin gasolina en una zona sensible de la ciudad y confiesa a Efe que, ante esos precios, no tiene más remedio que subir sus tarifas.

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