Los últimos pasos de Antonio Guzmán antes de suicidarse

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A Antonio Guzmán solo le faltaban 43 días para quitarse la banda presidencial (1978- 1982) y colocársela a su compañero de partido Salvador Jorge Blanco, lo que lo convertiría en el primer presidente constitucional después de la dictadura de Trujillo en traspasar el mando a otro sin haberse reelegido.

No obstante, la decisión tomada a las 11:00 de la noche de aquel sábado de 1982, lo convirtió en el primer mandatario que se quita la vida en el cargo.

Este 4 de julio se cumplen 41 años de la tragedia ocurrida en el baño de su despacho.

SUS ÚLTIMOS PASOS

Antonio Guzmán se levantó como todos los días, alrededor de las 6:30 de la mañana.

Estaba en la casa presidencial de Juan Dolio, adonde fue con el propósito de descansar un poco. Para las 7:00 de la mañana ya se había cambiado y solo le faltaba el desayuno.

Llegó a la oficina de su casa, donde ya algunas personas lo esperaban.

Así contó el último día del exmandatario la fallecida viuda de Guzmán y ex primera dama de la República, doña Renée Klang de Guzmán.

Más adelante, la acompaña en la narración de esta tragedia José María Hernández (fallecido yerno de Guzmán, esposo de su hija Sonia), quien fue secretario Administrativo de su gobierno y una de las últimas personas que lo acompañó momentos antes de su muerte.

La agenda del 3 de julio de 1982 era que a las 9:00 de la mañana, después de haber sostenido varias entrevistas, se dirigiría al Palacio Nacional y trabajaría hasta las 4:00 de la tarde. Para luego volver a casa, comer y retornar al Palacio a las 5:30 de la tarde hasta casi la medianoche, según ella les contó a los periodistas Marcia Facundo y Roberto Marcallé de los periódicos El Nacional De ¡Ahora! y Última Hora, respectivamente.

«Comimos a eso de las 1:30 de la tarde. José María se fue para el campo. A eso de las 5:00 de la tarde, llegó el administrador de la finca, Ramón Oscar López. Antonio estuvo con él tratando diferentes asuntos y poco después le dijo que se iría con él a la casa de la Bolívar», contó a un año de la muerte de su esposo.

Según Renée, sus palabras fueron: “Voy a la casa de la Bolívar. Vuelvo en un rato”.

A las 7:30 de la noche, salió para el Palacio Nacional. Llamó al jefe de las Fuerzas Armadas, Mario Imbert MacGregor, quien se encontraba en Constanza. Aunque era fin de semana en el Palacio estaba toda la escolta, como un día normal.

«Cuando vi en mi reloj que eran las 9:00 de la noche, como estábamos esperándolo para cenar me dije: ‘Caramba, pero cuánto tarda Antonio’«.

Ella lo llamó en dos ocasiones al Palacio por teléfono. «Parecía ser la persona de siempre. Fue en una de esas dos ocasiones que me explicó su tardanza porque tenía que conversar con el jefe de las Fuerzas Armadas y que después de que hablara con él volvería enseguida».

Un poco más adelante, Renée dice que se comunicó con José María porque le parecía raro que Antonio no hubiese llegado aún. Entonces, él le dijo que si quería que él fuera a buscarlo y accedió. «Nos sentimos aliviadas porque José María fue en su búsqueda. Volví a conversar con Antonio estando Mario en su despacho, con él«, dijo.

Por su parte, José María cuenta que encontrándose en el Palacio le mandó a decir que «estaba allí para acompañarlo a Juan Dolio» y él lo hizo entrar a su despacho a escuchar la conversación que sostenía con Mario, algo inusual de él.

«Lo único que noté muy claro fue que le dijo que aquí (en el país) podrían venir días muy difíciles, pero la institucionalidad había que mantenerla, que ese era uno de los grandes logros de su administración, y que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional eran los llamados a mantenerla», dijo.

José María les contó a los periodistas que después de eso, cuando el general ya se iba, lo detuvo y le dijo que «era mejor que permaneciera en la capital esa noche». En eso, lo llamó Renée diciéndole que lo estaba esperando para cenar y él se paró, tocó el timbre y dijo «ya nos vamos».

Mario salió del despacho del presidente Guzmán. «Él y yo nos quedamos conversando brevemente sobre sus nietos, y me pedía que hablara con Sonia y doña Renée, por el sistema de radio, para decirles que salíamos, mientras buscaba algunos documentos y me los entregaba para supuestamente llevárselos a Juan Dolio», recordó.

«Nos pusimos de pies y ya en la puerta del despacho me dijo que me quedara con el coronel Pimentel Castro y el general Nabucodonosor Páez Piantini, entonces jefe del Cuerpo de Ayudantes del Presidente de la República, pues él tenía que ir al baño antes de emprender el viaje a Juan Dolio… Pocos minutos después oímos el disparo fatal», describe José María en «Memorias de un Cortesano de la Era de Trujillo», libro de la autoría del expresidente Joaquín Balaguer.

«Él estaba muy cansado y desilusionado de algunas personas por su comportamiento pero, Dios mío, él seguía siendo el de siempre», terminó el relato Renée.

UNOS MOTIVOS INCIERTOS

Periodistas de la época coincidieron que Guzmán estaba desencantado por las informaciones de que antiguos funcionarios que le fueron leales se pasaban a la tendencia jorgeblanquista desde antes de aquella larga transición.

También que miembros de su gabinete habían incurrido en actos de corrupción; a comentarios de que Jorge Blanco se proponía desacreditarlo; a los disgustos que experimentó con el entonces gobernador del Banco Central, Carlos Despradel, y el tormento para un hombre de su estirpe de entregar el mando con una situación deficitaria debido a la crisis económica que agobió a su gobierno en los últimos meses.

«El presidente de la República Dominicana, Antonio Guzmán, se suicidó tras descubrir actos de corrupción en su administración y sufrir la traición de íntimos colaboradores», fue lo que dijo José Francisco Peña Gómez, reseñan archivos de El País, de España, del año 1982.

No obstante, el periodista Carlos Cepeda afirmó que el gobernante estaba decepcionado y que entró en una profunda depresión luego de que Jorge Blanco ganó las elecciones. «Estaba decepcionado por las traiciones y las lacras existentes en la política vernácula, entre otras cosas», aseguró en su libro titulado «Los que mataron a Antonio Guzmán».

La más debatida por políticos, historiadores, periodistas y escritores señala que se debió a los escándalos y cuestionamientos en esa época a su hija, la actual embajadora dominicana en Estados Unidos, Sonia Guzmán, y su fallecido esposo José María, sin embargo, Sonia ha negado esta versión.

En el año 2021, Sonia Guzmán reveló que su padre se quitó la vida por una profunda depresión que no fue tratada, y no porque ella y su esposo estuvieran involucrados en actos de corrupción, de acuerdo con declaraciones brindadas en el programa “Entre Líderes”, por los periodistas José Alduey Sierra, Manuel Ruiz y el comentarista Jorge Solano.

«En esa época hablar de una persona deprimida, era hablar de alguien que estaba medio loco que tenía que ira al siquiatra», dijo la embajadora.

Con relación a las teorías sobre su muerte, que indican que su padre era zurdo y que la bala estaba en la sien derecha, respondió que era derecho, pero debido a un accidente en el que se rompió un hueso del hombro usó un revolver calibre 28, cuyo gatillo podía halar con suavidad.

MAYOR LOGRO: RECUPERACIÓN DE LA DEMOCRACIA

Aún con todos los años que han transcurrido, los dominicanos mantienen vívida la imagen del hombre “honrado”“leal” y con gran conciencia de su misión: Afianzar la democracia dominicana luego de los 12 años de gobierno de Joaquín Balaguer.

Guzmán liberó a los presos políticos y recibió a todos los exiliados y desterrados del país.

La estabilidad económica y la despolitización de los institutos castrenses fueron los principales logros de su gobierno, citan archivos periodísticos de la época. Diversos sectores de la sociedad dominicana reconocieron en él un gobernante «con ingenio en un periodo de delicada transición hacia nuevos estilos de poder».

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