Abandono escolar y falta de empleo, círculo vicioso para miles de jóvenes dominicanos
Santo Domingo.– República Dominicana se sitúa como una de las economías más dinámicas de la región en los últimos 10 años. No obstante, no está exenta a la realidad mundial del desempleo juvenil. La pandemia del covid-19 exacerbó la situación global al ubicar a este segmento poblacional en 75 millones de desempleados al cierre del 2022, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En América Latina, se situó en un 20.5%.
A nivel local, las cifras no son halagüeñas. En 2022, de los 22 millones de jóvenes que se encontraban fuera del sistema educativo y del mercado laboral (denominados “nini”) en Latinoamérica, unos 850,000 eran dominicanos. Estos números posicionan al país en primer lugar de la región en desocupación juvenil, con una tasa de 29% cuando en la región es de un 17%, de acuerdo a datos de la organización humanitaria World Vision Dominicana. Los jóvenes entre 15 y 24 años, con un 15.5%, presentan mayor desventaja.
Tal es el caso de Ana María, de 20 años, quien junto a otros jóvenes aguardaba su turno con un fólder amarillo que contenía su hoja de vida con pocas páginas, en el edificio del Ministerio de Trabajo, en la más reciente jornada de contrataciones de la institución para Santo Domingo, el pasado 24 de enero. Cuenta a elDinero que llegó buscando una oportunidad laboral que le permita tener prestaciones laborales, como seguro social y ahorro de pensiones.
“No es tan fácil encontrar empleo aquí (en el país)”, señaló de forma escueta y con un tono desalentador tras tener más de un año y medio desempleada. Este flagelo que hace décadas viene creciendo impacta al desarrollo socioeconómico y político de la nación, debido a su estrecha relación con la pobreza, desigualdad social y a una baja educación de calidad.
Para Patricia Rodríguez, coordinadora de Participación y Liderazgo de World Vision Dominicana, las causas que mantienen el alto índice de desempleo en el país son múltiples. Entre ellas citó la deserción escolar, la desarticulación entre la oferta y la demanda de trabajo por nivel educativo y técnico, así como la carencia de políticas públicas que aborden estos enfoques de forma conjunta.