¿CÓMO REPERCUTE LA VIOLENCIA EN LA SALUD DE LAS PERSONAS?

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El daño que causa la violencia trasciende la barrera de lo físico. La violencia tiene efectos inmediatos sobre la salud, que en algunos casos pueden llegar a ser mortales. Las consecuencias físicas, mentales y conductuales pueden persistir por mucho tiempo, incluso después de que hayan cesado los episodios violentos.

Además de la violencia física (cuando se manifiestan golpes), la violencia puede ser psicológica (insultos y agresión verbal); sexual (cuando la pareja es obligada a sostener relaciones sexuales, pese a no querer), así como económica y patrimonial (cuando la víctima es sometida por contar con menos recursos y bienes patrimoniales que el victimario).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, a nivel global, una quinta parte de las niñas ha sido víctima de abusos sexuales; una cuarta parte de los niños ha sufrido maltrato físico, y una tercera parte de las mujeres ha sufrido, en algún momento de su vida, violencia física o sexual por parte de su pareja.

Por tanto, la violencia está catalogada como un problema de salud pública.

Durante su participación este pasado sábado en el XII Congreso Internacional de Medicina Familiar y Comunitaria Sodomefyc 2023, la médico familiar boliviana Fátima Aguayo explicó que, el círculo de la violencia se va desarrollando en tres fases repetitivas: acumulación de tensión, donde se va iniciando el conflicto; explosión violenta, cuando ocurre la agresión y la etapa de luna de miel, donde el agresor dice arrepentirse y promete no volverlo a hacer.

Las mujeres víctimas de violencia tienen hasta 60 % mayor probabilidad de padecer enfermedades crónicas frente a aquellas que no viven en espacios de violencia.

Aguayo precisó algunas causas de violencia, entre las que citó: «experiencia similar en la niñez, falta de control de impulsos, relaciones conyugales disfuncionales, alcoholismo, drogadicción, factores económicos, cultura de violencia, actitudes socioculturales como sexismo y machismo».

En Bolivia, país de donde Aguayo es originaria, se reportaron 51,911 denuncias de violencia en 2022, de las cuales, el 76 % fue intrafamiliar. En cuanto a los feminicidios, el 81 % de las veces, son cometidos por una actual o antigua pareja.

De acuerdo con el Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en 2021 se registraron 4,473 feminicidios en la región. Once países latinos, incluyendo a República Dominicana, presentan una tasa de feminicidios superior a 1 por cada 100 mil habitantes.

Repercusiones biológicas

La galena indicó que, a grandes rasgos, las repercusiones de la violencia se pueden percibir en diversas manifestaciones: dolor crónico, afecciones musculares y esqueléticas; trastorno de la conducta sexual y reproductiva; trastornos del sueño; trastorno por estrés postraumático; trastorno de la conducta alimentaria y colon irritable; debilidad gradual de sus defensas físicas; dependencia; desinterés y devaluación como persona y afecciones cardiovasculares como hipertensión y taquicardia.

«El médico familiar debe estar listo, presto y atento para detectar si ha habido violencia, principalmente en las mujeres, que son quienes se consultan con mayor frecuencia», expresó Aguayo.

Un factor a resaltar es que los niños que crecen en hogares violentos ven su desarrollo cerebral alterado.

La neurobiología de la violencia

Durante su participación en el taller «Violencia contra la mujer y su repercusión en la salud«, la médico familiar Amarantha Nieto profundizó las secuelas enunciadas por Aguayo.

Nieto precisó que los actos de violencia afectan la corteza prefrontal del cerebro, la sustancia gris, el hipocampo, las amígdalas, el tálamo, la corteza límbica y el sistema dopaminérgico y serotoninérgico, estos últimos involucrados en la respuesta hacia el estrés y segregación de hormonas de felicidad.

Entre las disfunciones que crea el sometimiento a la violencia están: alteraciones en la memoria, incapacidad para tomar decisiones y afectación en la capacidad de aprendizaje.

También lesiones y trauma, problemas de salud mental, educación disminuida, consumo de drogas y alcohol, y conductas sexuales de alto riesgo, potenciando el riesgo de abortos o transmisión de VIH/Sida.

Nieto expuso que, vivir en una situación de violencia, lleva a la víctima a la aceptación de esa violencia mayor riesgo de depresión, trastorno de estrés postraumático, ansiedad, obesidad y la temida ideación suicida.

En su país natal, México, la violencia es la primera causa de muerte en personas entre 15 y 25 años, por encima de los accidentes de tránsito, los tumores cancerosos y el suicidio.

«La violencia es un problema de Salud Pública. La violencia contra las mujeres debe ser tratada desde el primer nivel de atención como prioridad, sin embargo, en la mayoría de nuestros países no se hacen diagnósticos, no se hacen referencias, porque el mismo sistema de salud ya es un sistema violento», planteó Nieto, quien solicitó mayor presencia de psicólogos en las unidades de atención primaria.

La doctora entiende que, «las mujeres no estamos seguras en las calles ni en la casa tampoco, porque quien te mata es tu propia pareja, a quien amas, con quien convives».

Cultura del silencio

Por su parte, María Vera, miembro de la Sociedad Boliviana de Medicina Familiar, señaló que se ha desarrollado una «cultura del silencio«, donde la víctima tarda hasta ocho años en denunciar a su agresor porque pierde la capacidad de enfrentamiento.

A modo de refugio, y frente a ese silencio, las víctimas se inician en el consumo de sustancias, desarrollan trastornos alimenticios, ansiedad, fobias, trastornos de pánico y trastornos obsesivos-compulsivos (TOC), depresión, inseguridad, pasividad y desesperanza, «que son características que encontramos en la mujer sometida».

«La ideación suicida es cinco veces mayor en mujeres sometidas a la violencia«, destacó la médico familiar.

Otro tipo de violencia que afecta la psiquis es el micromachismo, conocido también como «violencia blanda o suave«, que, aunque se aleja de la violencia física, cumple el objetivo de herir la autoestima de la mujer.

Vera resaltó los tres factores que se señalan como los que más inciden para que ocurra un maltrato, estando los celos en primer lugar.

La galena indicó que, los celos se vuelven patológicos cuando más del 30 % de las actividades diarias se destinan a «proveer pruebas» para el victimario.

Diversos estudios han determinado que las personas que provienen de una familia con padres estrictos o padres sobreprotectores, son más proclives a ser celosos.

También citó la infidelidad, que, aunque no es un delito, algunos grupos sociales han propuesto penas.

Finalmente, el consumo de bebidas alcohólicas, ya que en el 30 % de los actos violentos, hubo consumo de alcohol involucrado.

«Es difícil detectar a tiempo la violencia intrafamiliar. Es necesaria la visibilización porque es un problema de salud pública que nos atañe. La prevención de la violencia se inicia con educación», concluyó la galena.

Repercusiones de la violencia en la salud

  • Dolor crónico, afecciones músculo esqueléticas
    Trastorno de conducta sexual y reproductiva
    Trastornos del sueño
    Trastorno por estrés postraumático
    Trastorno de la conducta alimentaria y colon irritable
    Debilidad gradual de sus defensas físicas
    Dependencia
    Desinterés y devaluación como persona
    Afecciones cardiovasculares: hipertensión, taquicardia

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